En Ribnovo, un pueblo remoto de las
montañas de los Rodopes búlgaros, a unos 210
kilómetros al sur de Sofía, se llevan a cabo todavía ceremonias muy extrañas para el concepto de las tradiciones de la Unión Europea. Son rituales nupciales muy antiguos que, por primera vez, fueron practicados por los Pomacos -un grupo cuya lengua materna es búlgara y cuya religión es
musulmana- y por los Eslavos que se
convirtieron al Islam bajo el dominio otomano. la intensidad de la ceremonia reside en la pintura que se aplica en el virginal rostro de la novia, donde según las leyes musulmanas, es un
rito privado abierto sólo a las mujeres; toda su cara es cubierta por una espesa tiza blanca y posteriormente decorada con lentejuelas de diversos colores. Sin lugar a dudas, se trata de ritos etnicos que aun persisten en ciertos lugares encapsulados en el tiempo.
KarlFM.-
En una de las zonas montañosas
del suroeste de Bulgaria se encuentra el pueblo de Ríbnovo, cuyos moradores son búlgaros mahometanos. En esta aldea el
tiempo parece haberse detenido y los nativos guardan celosamente sus valores,
hábitos y costumbres tradicionales. Cuando unos novios se preparan para
contraer matrimonio sus nupcias parecen haber salido de los cuentos populares,
los huéspedes, parientes y familiares de los jóvenes celebran las nupcias
durante tres días seguidos. Evoca unas nupcias de estas características del
pueblo de Ríbnovo el documental de la cadena de televisión “Turismo”, TVT, titulado “Las
novias pintadas no lloran”. Su autora es la periodista de Radio Bulgaria, Veneta Nikólova. Las
pintorescas secuencias del pueblo agazapado en medio de la maravillosa
naturaleza de los Montes Ródopes, la música autóctona y la narración emotiva que
acompaña el documental nos introducen en un mundo ignoto y hasta cierto punto
irreal y no alterado por las vicisitudes del tiempo.
“Ya al llegar para hacer el
rodaje a Ríbnovo me llamó la atención
que ese pueblo, situado en lo alto de la montaña y bastante apartado del resto
de localidades, estaba rebosante de vida”, dice Veneta. “Por sus abruptas callejuelas no dejaban de circular mujeres de tocas
abigarradas, niños, hombres. De algún lugar del pueblo nos llega el ruido de
martillazos y el sonido estridente de una sierra. Es que en ese pueblo siempre
se construye algo. A lo lejos se oye música. Tal animación es inusual para las
aldeas cada vez más despobladas de Bulgaria. Este documental es un intento por
asomarnos al mundo de los habitantes de Ríbnovo, un micro mundo abigarrado,
encapsulado en el tiempo y hasta cierto punto incomprensible para nosotros. El
rito nupcial en ese pueblo es el que expresa de la mejor manera la
idiosincrasia, la cosmovisión y el modo de vida de esa gente, su sentimiento de
pertenencia a una comunidad condenada a “diluirse” más temprano que tarde, en
la realidad moderna. El destino de los habitantes de Ríbnovo parece haber sido
predeterminado ya en el momento cuando nacen, y las etapas de sus vidas van
siendo acompañadas y marcadas por determinadas normas y ritos. Así fue hace 200
ó 300 años así ocurre también hoy. Es precisamente el espíritu de lo previsible
lo que otorga a los moradores de Ríbnovo la sensación de seguridad y comodidad,
algo que nos falta a la gente “moderna”. A pesar de que mucha gente de Ríbnovo
emigra para trabajar en el extranjero, los emigrantes siempre retornan a sus
lares”.
El documental se rodó a idea del
redactor jefe de la TVT Stoyan Radulov
y el rodaje corrió a cargo del camarógrafo Dobrin
Keresteliev. Los fotogramas y secuencias de mayor colorido son los que
evocan la dote que llevará la novia. Delante de la casa de la moza casadera se
coloca todo lo que sus padres habían reunido a través de los años para su nuevo
hogar. En estructuras de madera parecidos a andamios, a lo largo de toda la
calle, se ordenan mantas, delantales, manteles, todos ellos de llamativos
colores. El resultado es una increíble explosión de colores y matices. También
se exhiben ante los vecinos del pueblo todos los muebles y utensilios
domésticos, previamente reunidos para el futuro hogar: la cama para los recién
casados, los armarios y alacenas, el horno microondas, el plasma. Por la calle
delante de la casa de la novia comienzan a desfilar todos los moradores del
pueblo, algunos de los cuales se detienen ante alguna manta multicolor o mueble
nuevo, hacen sus animados comentarios y luego prosiguen su inspección. Luego se
organiza el desfile nupcial, antes de llevar a la futura esposa a su casa natal.
“Es la madre que lleva a su hija a su casa natal cuyo umbral la joven
traspasará por última vez como soltera. Alrededor de ella se reúnen
exclusivamente mujeres que se encargan de ayudarle a vestir su ropa nupcial. No
es ésta de color blanco sino abigarrada, de colores increíbles. Luego dejan a
la moza acostarse al suelo y llega una mujer de habilidades especiales del
pueblo para practicarle la “pega”. La mujer le unta la cara a la joven de una
crema blanca y dibuja, o pega, en su frente, mejillas y mentón unos círculos
empleando multicolores lentejuelas. De este modo la novia se vuelve
irreconocible y la máscara que se le aplica la esconde, en realidad, del mundo.
Una de las explicaciones de este rito es que se trata de una forma de prevenir
a la joven de un pernicioso mal de ojo ya que en este período de tránsito de la
edad de moza a la de una mujer madura la joven casadera es especialmente frágil
y vulnerable”.
El documental “Las novias pintadas no lloran” es la
narración sobre una hermética comunidad musulmana que se resiste tenazmente a
cambiar. “Esas personas ostentan con
orgullo su “otredad” y sus rancias costumbres. Pero esto no significa que sean
gente arcaica, relicta, totalmente aislada del siglo XXI. A diferencia de
nosotros poseen, sin embargo, la habilidad de trasladarse con soltura de la
tradición a la modernidad. Los vecinos de Ríbnovo se encuentran a caballo entre
dos culturas, se apoyan en éstas y como tales resultan más ricos de quienes
habitamos este mundo globalizado y uniformado”, señaló en conclusión Veneta Nikolova.
“Las novias pintadas no lloran”
Autor: Lina
Ivanova.
Versión en español por Mijaiíl
Mijailov.
Fotos: Cortesía de TV
"Turismo" y see.bg y otros autores.
Agradecimientos a Radio Bulgaria.
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