Las estatuas dan lecciones de
historia y generan recuerdos imborrables. Siguen su camino por las rutas del
tiempo y el espacio en nombre de la Humanidad. Las estatuas pueden ser obras esculpidas, talladas, o producidas por técnicas diversas, como lo puede ser el vertido de bronce, etcétera. Con ellas se suele lograr la imitación del natural evocando una persona, animal, vegetal, representando una escena o conmemorando un hecho histórico o mitológico.
Las estatuas han sido un elemento constante en muchas culturas y sociedades. Algunas son creadas para embellecer lugares frecuentados por el público; otras se exhiben en museos por su valor ya sea arqueológico o económico, dependiendo de la fama de la obra misma, del autor o de su antigüedad.
Si algo te observa en tu paseo por la ciudad son las estatuas que se esparcen por toda ella. Haga frío o calor. Llueva, nieve o apedree. Su magnificencia lleva años impertérrita ante el cielo que las visita. Cuando miras a través del objetivo o tras pantalla eliges planos y distancias que te las destaca. Cuando en el recorte o redimensionado de la imagen, en los filtros posteriores que te permite el software que posees y la torpeza o habilidad que manejes. Se te ofrece la quimérica idea de posesión de esa imagen.
Según las leyendas del pasado, el espíritu de los dioses se albergaba en el interior de las estatuas y las animaba realmente. Las estatuas son un ejemplo que nos permite reflexionar sobra la intensa relación entre arte y simbolismo, pues son obras cargadas de significación simbólica. Recordemos a tal efecto las bellisimas palabras de Ángel Gonzalez en su "Mensaje a las Estatuas":
"Vosotras, piedras violentamente deformadas, rotas, por el golpe preciso del cincel, exhibiréis aún durante siglos, el último perfil que os dejaron: senos inconmovibles a un suspiro, firmes, piernas que desconocen la fatiga, músculos, tensos, en su esfuerzo inútil, cabelleras que el viento, no despeina, ojos abiertos que la luz rechazan. Pero, vuestra arrogancia, inmóvil, vuestra fría belleza, la desdeñosa fe, del inmutable gesto, acabarán un día. El tiempo es más tenaz. La tierra espera por vosotras también. En ella caeréis por vuestro peso, seréis, si no cenizas, ruinas, polvo, y, vuestra soñada eternidad, será la nada. Hacia la piedra regresaréis, piedra, indiferente mineral, hundido escombro, después de haber vivido, el duro, ilustre, solemne, victorioso, ecuestre sueño, de una gloria erigida a la memoria, de algo también disperso en el olvido".
KarlFM.-
KarlFM.-
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