Los kukeri son hombres búlgaros y, en ocasiones mujeres, elaboradamente disfrazados que realizan rituales tradicionales para ahuyentar a los espíritus malignos. Las tradiciones estrechamente relacionadas se encuentran en los Balcanes, Grecia, Rumania y el Ponto (Turquía). Los trajes cubren la mayor parte del cuerpo e incluyen máscaras de madera decoradas de animales (a veces de doble cara) y grandes campanas unidas a la correa. Alrededor del Año Nuevo y antes de la Cuaresma, los kukeri caminan y bailan por las aldeas para ahuyentar a los espíritus malignos con sus trajes y el sonido de sus campanas. También se cree que brindan una buena cosecha, salud y felicidad al pueblo durante el año. Los kukeri tradicionalmente visitan las casas de los pueblos por la noche para que «el sol no los atrape en el camino». Después de desfilar por el pueblo, por lo general se reúnen en la plaza del mismo para bailar salvajemente y divertir a la gente. Los rituales varían según la región, pero su esencia sigue siendo la misma.
El kuker es una divinidad que personifica la fecundidad, a veces en Bulgaria y Serbia es una divinidad plural. En Bulgaria, se lleva a cabo un ritual de la primavera (una especie de carnaval), que tiene lugar después de un escenario de teatro popular, en el que el papel del kuker es interpretado por un hombre vestido con piel de oveja o cabra, una máscara con cuernos y ceñido con un gran falo de madera. Durante el ritual, se interpretan varios actos fisiológicos, incluido el acto sexual, como un símbolo del matrimonio sagrado del dios, mientras que la esposa simbólica, que parece estar embarazada, imita los dolores de parto. Este ritual inaugura las labores de los campos (arado y siembra) y se lleva a cabo con la participación de numerosos personajes alegóricos, entre los que se encuentra el emperador y su séquito.
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