Habitadas por deidades y fuerzas
temerarias, las montañas son objeto de adoración en la tradición búlgara. En
los mitos, cuentos y leyendas tradicionales de ellas están representadas como
seres vivos, a veces como dioses, pero siempre con destino propio. Cada una de
las montañas búlgaras tiene su imagen y carácter. Los Ródopes acarician los ojos con sus contornos suaves, el monte Pirin es bello, pero frío. Rila es majestuosa. La Cordillera de los
Balcanes, que atraviesa todo el
territorio de Bulgaria, ha jugado el papel de protectora de nuestros
territorios en las lejanas épocas de batallas de liberación.
Perún, el principal dios de los eslavos, vivía en las montañas
junto con su hermana, Perunica, que
por su belleza brillaba más fuerte que el sol. Como a menudo pasa en los
cuentos tradicionales, aparte de hermosa ella era también muy hábil y
trabajadora. Tejía durante todo el invierno y en primavera se iba al lago para
blanquear la tela. Trabajaba los días enteros y tendía las telas en la cumbre
cercana. Siendo muy joven Perunica se
enfermó y murió. En su tumba creció una flor de color lila azuláceo que la
gente denominó “perunica” (en español, “iris”). La cumbre donde tendía los lienzos blancos incluso hasta
hoy en día se llama Jardín de la Moza.
Con el dios Perún está relacionado el nombre del monte Pirin, que la gente local llama también Perin. Incluso hasta hoy en día sobre la vida del dios eslavo se
cuentan muchas leyendas que explican nombres de localidades, lagos y cumbres.
Según una de las leyendas, cuando el cristianismo fue adoptado en las tierras
búlgaras, Perún se fue a vivir lejos
en lo alto de las montañas. Un sacerdote de las aldeas situadas a pie del monte
decidió ir y ofrecerle regalos como muestra de respeto y deseo de relaciones de
entendimiento. Anduvo mucho, se cansó por el camino y decidió sentarse al lado
del lago, en el cual Perunika, la
hermana de Perún, blanqueaba los
lienzos. Perún estaba sentado en lo
alto y no lo vio. Sin querer arrojó una piedra que alcanzó al sacerdote y éste
cayó en el lago que desde entonces se llama el Lago del Sacerdote.
Algunas de las leyendas sobre las montañas narran sobre el pasado aún más lejano cuando por las tierras búlgaras vivían las tribus tracias. Una leyenda cuenta cómo aparecieron la Cordillera Balcánica y los Ródopes. Antaño estas dos montañas eran hermano y hermana, hijos del dios de los mares. El chico se llamaba Hem (de Hemus, el nombre tracio de la Cordillera Balcánica) y la chica se llamaba Rodopa. Un día sus juegos alegres enfadaron al dios supremo y él convirtió a Rodopa en un monte. Al ver que su hermana se había convertido en roca, Hem se petrificó del miedo que sentía. En otra leyenda Rodopa es una joven bella que tenía una voz encantadora. Todos los que la veían y oían hablar quedaban hechizados. Se enamoró Rodopa de un joven común y corriente y su elección enfadó a los dioses y la convirtieron en una montaña.
Entre los tesoros del folclore búlgaro hay un sinfín de leyendas basadas en sucesos reales. Una de ellas es la leyenda de Todorini Kukli (en español, Muñecas de Todora), una agrupación de cuatro cimas rocosas en la Cordillera Balcánica. En Spanchevtsi, una de las aldeas de la región, vivía una bella moza que se llamaba Todora. Era otoño, la época de reuniones y tertulias aldeanas al aire libre. Reunió Todora a sus amigas. Encendieron fuego en el patio, empezaron a hilar y a cantar y bailar. Vinieron también los mozos del pueblo y propusieron una apuesta: la joven que acababa primera su trabajo se casaría con el joven más bello. Todora dijo: “No el más bello, sino el más valiente. El que logre subir la cumbre de la montaña, será el más valiente de todos.” Los mozos se callaron ya que era de noche y es sabido que de noche en el monte hay náyades y otros seres temerarios. No todos volvían vivos de ahí. Todora continuaba hilando y no decía ni una palabra. Al final, cuando terminó primera decidió dirigirse a la cumbre sola. Consiguió alcanzar la cumbre de la montaña pero su delantal se había enganchado en un arbusto, Todora se resbalo por el pedregal y se cayó en el precipicio. Desde entonces los riscos se llaman las Muñecas de Todora.
Algunas de las leyendas sobre las montañas narran sobre el pasado aún más lejano cuando por las tierras búlgaras vivían las tribus tracias. Una leyenda cuenta cómo aparecieron la Cordillera Balcánica y los Ródopes. Antaño estas dos montañas eran hermano y hermana, hijos del dios de los mares. El chico se llamaba Hem (de Hemus, el nombre tracio de la Cordillera Balcánica) y la chica se llamaba Rodopa. Un día sus juegos alegres enfadaron al dios supremo y él convirtió a Rodopa en un monte. Al ver que su hermana se había convertido en roca, Hem se petrificó del miedo que sentía. En otra leyenda Rodopa es una joven bella que tenía una voz encantadora. Todos los que la veían y oían hablar quedaban hechizados. Se enamoró Rodopa de un joven común y corriente y su elección enfadó a los dioses y la convirtieron en una montaña.
Entre los tesoros del folclore búlgaro hay un sinfín de leyendas basadas en sucesos reales. Una de ellas es la leyenda de Todorini Kukli (en español, Muñecas de Todora), una agrupación de cuatro cimas rocosas en la Cordillera Balcánica. En Spanchevtsi, una de las aldeas de la región, vivía una bella moza que se llamaba Todora. Era otoño, la época de reuniones y tertulias aldeanas al aire libre. Reunió Todora a sus amigas. Encendieron fuego en el patio, empezaron a hilar y a cantar y bailar. Vinieron también los mozos del pueblo y propusieron una apuesta: la joven que acababa primera su trabajo se casaría con el joven más bello. Todora dijo: “No el más bello, sino el más valiente. El que logre subir la cumbre de la montaña, será el más valiente de todos.” Los mozos se callaron ya que era de noche y es sabido que de noche en el monte hay náyades y otros seres temerarios. No todos volvían vivos de ahí. Todora continuaba hilando y no decía ni una palabra. Al final, cuando terminó primera decidió dirigirse a la cumbre sola. Consiguió alcanzar la cumbre de la montaña pero su delantal se había enganchado en un arbusto, Todora se resbalo por el pedregal y se cayó en el precipicio. Desde entonces los riscos se llaman las Muñecas de Todora.
En otros pueblos cuentan otra
historia de la que también dicen que es verídica. Se trata de una moza que
también se llamaba Todora y cantaba
muy bien. Le pedían la mano jóvenes de todos lados pero ella eligió a Iván. Iván era pastor y durante meses enteros se quedaba en la montaña.
Desde ahí tocaba con su flauta pastoril para que le oyese Todora quien le respondía con canciones. Pero los padres de Todora arreglaron su casamiento con un
hombre rico e importante. Todora
decidió escapar y así lo hizo. Se dirigió a la montaña en busca de su amado. En
lo alto de la montaña encontró su casa en la que él vivía con su esposa e
hijos. La joven se quedó pasmada y se alejó llorando. Llevaba consigo regalos
para su boda con Iván, elaborados con
mucho amor, que colgó en los árboles cercanos diciéndoles que eran invitados de
boda, y ella misma se entregó a la montaña arrojándose de una roca. Ahí donde
caían sus lágrimas aparecieron fuentes curativas y los árboles en los que había
dejado los regalos se petrificaron y la gente los llamó Muñecas de Todora.
Autor: Albena
Bézovska
Versión en español por Ruslana Váltcheva
Versión en español por Ruslana Váltcheva
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