foto archivo vacacionesbulgaria.com
Cada roca tiene un nombre: Adán y Eva, La Colegiala, El Oso, El Pastor,
El Camello, Las Setas, El Cuco, la Pared Roja, La Madonna, Los Monjes… y
cada una explica su impresionante leyenda. Las montañas de Belogradchik
son un grupo de rocas situadas en el noroeste de Bulgaria, al oeste de las Montañas
Balcánicas. Las rocas miden hasta 200 metros y van del rojo al gris o
amarillo. Fueron declaradas Monumento
Natural Nacional por el Gobierno de Bulgaria
y son una famosa atracción turística entre los búlgaros y extranjeros. Estos 3 kms
de extrañas rocas se crearon en el fondo del mar, hará unos 230 millones de
años, y su forma bizarra fue consecuencia de una erosión de más de 45 millones
de años. Los prehistóricos ya pensaron que las rocas Belogradchik eran una buena fortaleza y recientemente se han
descubierto pinturas rupestres que datan de los años 10.000 a 600 A.C.
Sobre ellas han diluviado miles de leyendas extrañas, cual de ellas más impresionante, historias que se han ido transmitiendo oralmente de generación en generación y durante siglos hasta cubrir todo un tejido cultural repleto de indescriptible belleza. Por ejemplo, la leyenda de La Madonna cuenta que una bonita monja se enamoró de un hombre que montaba en un caballo blanco. Al quedarse embarazada fue expulsada del convento y perseguida por los monjes. De repente, el día se convirtió en noche, y La Madonna, los monjes y el hombre sobre el caballo blanco, se convirtieron en piedra. La leyenda de La Colegiala cuenta que una una chica muy bella se enamoró de un herrero, al saberlo el mezquino director fue a hablar con ella para expulsarla. Cuando el director la perseguía se encontró un oso y ¡magia! todos se convirtieron en piedra. Estas son algunas de las muchas leyendas medievales que nos cuentan las rocas Belogradchik. Si quieres descubrirlas todas, vete de viaje a Bulgaria, los búlgaros estarán encantados de explicártelas.
Sobre ellas han diluviado miles de leyendas extrañas, cual de ellas más impresionante, historias que se han ido transmitiendo oralmente de generación en generación y durante siglos hasta cubrir todo un tejido cultural repleto de indescriptible belleza. Por ejemplo, la leyenda de La Madonna cuenta que una bonita monja se enamoró de un hombre que montaba en un caballo blanco. Al quedarse embarazada fue expulsada del convento y perseguida por los monjes. De repente, el día se convirtió en noche, y La Madonna, los monjes y el hombre sobre el caballo blanco, se convirtieron en piedra. La leyenda de La Colegiala cuenta que una una chica muy bella se enamoró de un herrero, al saberlo el mezquino director fue a hablar con ella para expulsarla. Cuando el director la perseguía se encontró un oso y ¡magia! todos se convirtieron en piedra. Estas son algunas de las muchas leyendas medievales que nos cuentan las rocas Belogradchik. Si quieres descubrirlas todas, vete de viaje a Bulgaria, los búlgaros estarán encantados de explicártelas.
ELISENDA W.
Fotos: KarlFM
Las rocas de Belogradchik son un pétreo conjunto de rocas de millones de años. Si uno
viaja por la porción noroccidental de Bulgaria en un momento determinado ante
sus ojos aparecerá un cuadro digno de servir de decorado de una película
holywoodiense de ciencia ficción. A unos 60 kilómetros al norte de Montana,
cabecera de provincia, la carretera se adentra gradualmente en un fabuloso
bosque pétreo integrado por formaciones rocosas gigantescas teñidas en rojo.
Algunas de ellas se encuentran diseminadas por las pendientes del monte
cubiertas de verdor, otras semejan figuras humanas o tienen los contornos de
animales y plantas.
Este paisaje inusual para
nuestras latitudes geográficas se puede ver a lo largo de una treintena de kilómetros,
de ambos lados de la carretera que conduce al centro de la ciudad de Belogradchik. La villa, cuyas blancas
casas de techos de tejas se encuentran diseminadas al pie de las moles de
piedra, parece haberse fundido con la naturaleza circundante. Se supone que
hace millones de años la zona de Belogradchik
fue el fondo de un mar. Al transcurrir el tiempo, la naturaleza fue
utilizando sus elementos, o sea el agua, el fuego y el viento, para esculpir
unas hermosas formaciones rocosas. Las más impresionantes se encuentran al sur
de Belogradchik. Allá cada roca ostenta su nombre y así tenemos La Madonna, Las Bodas Pétreas, Los Hongos,
El Jinete, Los Monjes, Adán y Eva.
Las esculturas magistralmente
cinceladas por los elementos tienen apariencias tan realistas y vivaces a tal
extremo de que si uno se fija por unos minutos en ellas tendrá la sensación de
que ellas se mueven y casi, casi se disponen a comenzar a hablar para contarnos
sus historias, relacionadas , por lo general, con amores trágicos, muertes ,
actos heroicos. Estas rocas se han convertido en una parte del patrimonio
cultural de nuestra villa. Aquí cualquier persona les contará las leyendas
relacionadas con las pétreas figuras que se divisan desde cada calle y casa de Belogradchik, dice Liubomila Stanislavova, del Ayuntamiento de Belogradchik.
En las afueras de la villa hay
senderos ecológicos cuyo trayecto bordea algunas de las esculturas naturales
más llamativas. Las rutas de estos senderos presentan diferente grado de
dificultad, recorrerlas lleva unas 3 o 4 horas y en esas caminatas uno puede
ver plantas raras, tanto decorativas como medicinales, señala Liubomila. No obstante, opina que el
mayor atractivo en esa zona agraciada por la naturaleza lo tienen las propias
rocas. Las rocas al pie de las cuales se abren hondos precipicios, conforman
coronas de piedras de color rojizo y en sus entrañas hay profundas cuevas de
hermosas estalactitas y estalagmitas. Representan una curiosidad también los
pinos seculares que crecen en lo alto de las rocas. A pesar de ser viejos de
más de 200 o 300 años son muy bajitos no habiendo podido crecer más por la
falta de humedad y nutrientes. En la zona más alta de Belogradchik, entre los bloques de piedra coronados de verdor se
yergue una fortaleza antigua que se ha mantenido inamovible ante los embates y
de los elementos y del tiempo pasado.
Desde la fortaleza se puede
divisar la porción occidental de la Cordillera
de los Balcanes, la mirada llega hasta las pendientes de la montaña que
descienden gradualmente hacia Serbia, vecino país del oeste. Desde esta
fortaleza se abre también una vista panorámica hacia toda la villa, dice Liubomila. Se estima que fueron los
primos tracios quienes sentaron los cimientos de esta fortificación.
Aprovechando las dificultades para el acceso que implican las rocas los romanos
erigieron en ese sitio una fortaleza propia. Más tarde la utilizaron los
bizantinos y durante el dominio otomano, la fortaleza fue ampliada y en ella se
alojaban unidades de las tropas turcas. Hay una curiosidad y es que ya en el
siglo XIV la fortaleza fue usada como instalación turística por el zar búlgaro Iván Strazimir quien tenía en ella su
residencia de verano donde descansaba junto con sus allegados. De modo que
nuestra villa y las rocas que la circundan fueron reconocidas como curiosidades
turísticas hace ya muchos siglos, dice
Liubomila un tanto en broma. Cada año visitan Belogradchik, unos 120 mil
turistas nacionales y extranjeros.
Cuando uno visita Belogradchik, lo primero de que llega a disfrutar es del
aire y el agua cristalinos y del sosiego. La villa es pequeña y no hay en ella
muchos autos así que no se producen atascos ni existe el bullicio
característico de las grandes aglomeraciones urbanas. Las instalaciones para el
alojamiento de visitantes y turistas aumentan cada vez más y la gente de la
villa ya está convencida de que el turismo es capaz de imponerse como forma de
sustento rentable, relacionada con el desarrollo de Belogradchik,. Las casas acondicionadas hasta ahora para coger a turistas
suman más de una veintena y se elevan a más de un centenar las camas en ellas.
En lo bajos de cada una de esas casas hay una tienda o una taberna y se dispone
de conexión a Internet.
Texto de Veneta Nikolova
Versión en español de Mijail
Mijailov