Las canciones que ha creado el
pueblo búlgaro a lo largo de su historia guardan el recuerdo de sucesos
memorables y decisivos para el destino de la nación. Tal es el caso de las
canciones dedicadas a la lucha por la libertad nacional y por defender la dignidad
del pueblo y su fe cristiana ortodoxa. En 1861 los hermanos Dimitar y Kosntantin Miladinov publicaron un cancionero
titulado “Canciones tradicionales búlgaras”. Los hermanos Miladinov son dos
grandes patriotas, eminentes educadores de la época del renacimiento nacional
búlgaro (siglos XVII y XVIII).
El Estado búlgaro es uno de los más antiguos de Europa. Fue fundado en el año
681 por el Kan Asparuj. Kan era el título con que eran designados los soberanos
búlgaros en aquella época. El Estado búlgaro vivió períodos de gran auge y
florecimiento material y espiritual bajo los reinados de los zares Boris,
Simeón, Kaloyán e Iván Asén II, pero fue subyugado por los turcos osmanlíes a
finales del siglo XIV.
Bajo el número 58 del cancionero de los hermanos Miladinov encontramos a una de
las más antiguas canciones tradicionales búlgaras conservadas, que narra la
grandeza del Segundo Reino Búlgaro (1186-1393) y habla de las batallas y la
resistencia que el rey búlgaro Iván Shishman opuso a los invasores osmanlíes a
lo largo de 7 años. Al despuntar el alba inició su marcha la tropa de Ivan
Shishman… llegaron los héroes hasta el llano de Sofía para defender su nombre
de búlgaros y su fe cristiana. Al frente de todos estaba el propio rey Iván
Shishman, dice esta canción.
Los dominadores turcos trataban con gran crueldad a los búlgaros. Una de sus
principales aspiraciones era islamizar a los búlgaros. Hay múltiples canciones
folclóricas que hablan de la resistencia de los búlgaros a convertirse a la
religión islámica, como la que habla de Balkandzhi Yovo, quien prefirió morir
mutilado por los turcos a ceder a su hija Yana y permitir su conversión al
islám
La Sublime Puerta gravaba a los búlgaros con múltiples impuestos. Tal vez el
más oprobioso de ellos fue el llamado “impuesto de sangre” que consistía en
reclutar, cada cierto tiempo, a un hijo varón de escasa edad de cada familia
cristiana, llevar a esos chicos a Constantinopla y darles formación militar
inspirada en la crueldad exenta de todo sentimiento humano. Luego lanzaban
estas tropas contra los búlgaros. Eran los llamados jenízaros. Hay una
conmovedora canción en que llora la tristeza de una madre luego de que su único
hijo Stoil fuera reclutado.
El pueblo búlgaro no se resignó ante la dominación otomana y en su seno
surgieron diversas formas de resistencia. Una de las más tempranas fue el
movimiento de los rebeldes haidut, que se dedicaban a vengar las ofrendas
infligidas a los búlgaros. El pueblo les dedicó múltiples canciones de su
creación.
Una de las máximas manifestaciones del anhelo de libertad de los búlgaros fue
el Levantamiento de Abril en 1976, hundido en sangre por los osmanlíes. Aquella
rebelión fracasó en su propósito de liberar a Bulgaria pero llamó la atención
de Europa sobre el destino del pueblo búlgaro. Una de las figuras más
emblemáticas de aquel episodio histórico es la de Raina Popgeorgieva, una
maestra que cosió la bandera de los insurrectos y bordó en ella su lema
Libertad o muerte. El pueblo llamó a aquella maestra Raina la Princesa y le
dedicó una preciosa canción que loa sus virtudes.
Al cabo de casi cinco siglos de dominación otomana, la Guerra Ruso-Turca de
1877 y 1878, que los búlgaros llamamos la Guerra de Liberación, significó la
Independencia del país ante la Sublime Puerta, es decir, el Imperio Otomano.
Múltiples canciones tradicionales hablan del sentimiento de los búlgaros hacia
sus libertadores.